Este poema habla sobre cómo afrontar el dolor y la pérdida. Aconseja no culpar a Dios por el sufrimiento y aprender a vivir con las cicatrices que dejan las ausencias. Explica que el nacimiento y la muerte son parte natural de la vida. Recomienda no alejarse del amor durante los momentos difíciles y entregarse a otros para recuperar la paz interior.